sábado, abril 22, 2006

la fábula de Chile



1. Hay un conocido chiste respecto a los UDI que cuenta que Dios les estaba dando dos dones a cada ser humano según su país. A los ingleses puntualidad y seriedad, a los franceses romanticismo y buen gusto. A los chilenos les dio ser inteligentes, buenas personas y UDIs. Al descubrir que había sido ligeramente injusto por dar 3 dones a los chilenos en vez de 2, y como Dios no se equivoca, decidió que solo pudiésemos tener 2 a la vez. De modo que si usted es UDI y buena persona, no puede ser muy inteligente. Si es inteligente y UDI, no debe ser muy buena persona. Las personas buenas e inteligentes, como se habrán dado cuenta, no son UDI.
2.
Una especie de tácita ley de sentido común dice que si algo sale en la tele tiene que ser cierto. Con mayor razón si lo que se muestra viene envuelto en el elegante profesionalismo del equipo periodístico de Contacto. Y es innegable si lo que aparece es una mujer joven, tapada por sombras que protegen su identidad, declarando haber sido violada en múltiples ocasiones por un político de familia aristócrata. Por un lado, da oportunidad al público televidente de concentrar todo el dolor y la rabia contra la derecha pinochetista, contra la clase alta, contra los poderosos abusadores y contra la clase política en un solo sujeto. Bien descrito por cierto, manchas en el pubis, manos huesudas, testículos irregulares. Perfecta mierda. Pero aún más interesante que eso es creerle a pie juntillas a esta mujer crecida en la pobreza de las caletas, del hogar de niños, del abuso. Una especie de vergüenza de la opinión pública que busca ser compensada creyendo todo lo que esta víctima de nuestra injusticia, de nuestra incapacidad de sacar a los chilenos más pobres de la miseria, tenga que decir. Creerle es algo así como una obligación moral, una deuda.
3.
El comienzo de la avalancha viene cuando un cura anima a Gema a revelar la verdad. Van a la tele, a los diarios. El cura simboliza una iglesia que echábamos de menos, porque está con la miseria, con los pobres, con el dolor. Jolo es el ídolo metido en un cacho descomunal, pero es un santo curita y no cabe duda que la verdad que defienden caerá por su propio peso. Gema se confunde, las fechas no calzan, Novoa se querella, van a la cárcel, salen de la cárcel, vuelven a la cárcel. Hacen mierda al cura, la Gema es una hueona mentirosa, Jovino es un hijoputa. Lo único que cae son ellos, y ni siquiera por su propio peso.
4. Cuando Gema sale en la Tercera diciendo "Todo es mentira. Todo, todo, todo, todo mentira" no sabemos si la huevá es otra movida de los poderosos dueños de la prensa o si esta jovencita nos hizo pedazos con sus mentiras. Ya no sabemos que creer. The Clinic titula: "Gema Malo". Vuelven a la cárcel. Nadie confía en los pobres, ni en los curas, ni en los políticos. Los pobres siguen siendo pobres porque se lo merecen. Los curas siguen contribuyendo más a la confusión que a la iluminación, sobre todo los curas que se meten con los pobres. Los políticos son todos narcos y pedófilos. Bueno ya, y los curas también. Y los pobres.
5. Todos somos Gema, sociedad mentirosa y contramentirosa. Pedrito-y-el-lobo que ya no reconoce la realidad impuesta de la percibida. Manipulados por los poderes económicos y castigadores (la culpa, la cesantía) ya no sabemos quién cresta somos, qué andamos buscando, qué fue real o no. Eso sí, verdad o no, tenemos la sensación de haber sido vejados por los políticos, estupradores que nos dejaron en manos de isapres y AFPs. Segunda lección, los poderosos siempre tiene razón, siempre zafan.
Jovino es un típico despreciable victimizado, esta vez quizá no estaba involucrado y solo tuvo mala suerte, quizá en el fondo es un tipo inteligente, buena persona, pero ojo: es UDI.
Finalmente, el cura se casa. Ha pedido hace exactamente un mes la dispensa papal para dejar el ejercicio sacerdotal. Dice que este caso no tiene nada que ver, que esto es un discernimiento vocacional. Yo le creo, pero también entiendo que esto es para espantar a cualquiera. A este paso, la iglesia nos abandonará en unos pocos años.


Mi país es una telenovela
,
sus protagonistas: los pobres, los ricos y los curas.
En ella todo es mentira, todo, todo, todo mentira.
Siempre ha sido así. Pero ¿hasta cuándo?

lunes, abril 17, 2006

alivio

Cuando pienso en que alguien no entendió lo que quise decir, en que nadie sabe lo que realmente busco y quiero. Cuando me doy cuenta de que uno está bastante solo y bastante malentendido siempre, mirado de lado, como con sospecha. Cuando me desespero en busca de señal que no llega, por la mierda y ahora qué hacemos, como encontramos el camino pa' adelante o de regreso. Cuando siento que también Dios como que se me arranca por mi negligencia de Adán, de adolescente, de carne molida.

Entonces me acuerdo de Beckett.
Samuel frente a la vida, frente a la muerte, frente a la incomprensión, o al menos a esa sensación de misterio nunca develado en totalidad.
Samuel en frente de Dios: cara arrugada, ojos claros hundidos, fondo negro.

Y me doy cuenta de que no sólo no somos los únicos en sentirnos un signo indescifrable, un código secreto, que no sólo no somos los únicos incomprendidos sientiéndonos un objeto que no se entiende.
Sino que además me siento un poco acompañado.

Y es tan bueno.

jueves, abril 13, 2006

Dios del fracaso

En estos días veo permanentemente la imagen de dos muertos muy queridos. Junto a ellos, me amenazan dos imágenes más. En la primera, mis hermanos lloran en la escalera, mientras yo estoy junto a la cama aún tibia donde mi padre ha muerto. En la otra imagen, muchos años antes pero con una desesperanza parecida, un grupo de hombres y mujeres ven al hijo de Dios clavado en una cruz.

Una huevá que solo puede ser entendida por quien haya pasado por esto, por ver como alguien a quien amamos se muere y caer de golpe a la certeza patente de que somos incapaces de conservar la vida. Vivimos en eso, tratando de estar vivos, y siempre perdemos, fracasados de mierda, en algún momento la entropía nos gana y nos vamos a la cresta. Es un golpe invisible y desestabilizante, una corriente de confusión enorme que marea y te tira al suelo. Y ver a Jesucristo en la cruz, muerto, golpeado, hecho pedazos, es una ampliación de lo mismo. Y peor, también Dios muere, también a él llega este golpe que nos derriba a todos. Así que no sólo somos unos fracasados de mierda, sino que tenemos un Dios que fracasa con nosotros, un Dios del fracaso. Así que parece que estamos metidos en esta oscuridad hasta el cogote. Y quizás más, porque ante la muerte hay como una apertura de la oscuridad hacia los lados y hacia adelante.

Tenga cuidado, ¿no será algo arriesgado amar y confiar en un Dios que fracasa? Ni siquiera es capaz de mantenerse vivo, muere en la cruz y con eso se me ocurre que algo de ese dolor que experimentaban mis hermanos llorando en la escalera al ver a su padre muerto se hace universal.

Pero, y aquí es donde yo ya no sé qué pensar, hay algo muy misterioso que se abre a partir de la muerte. No tengo idea qué cresta es, pero se siente como que mi sangre estuviera atada a algo que ya no está aquí, pero que está allá en algún lado. Un cordelito, digámoslo con esa palabra hermosa, que antes estaba entre yo y mi padre, que se había tejido en los años de su enferemedad, y que cuando se murió no lo sentí cortarse. Lejos de eso, y he ahí el misterio, no sé adónde conduce el cordelito ahora. Si fuera una función, diría que se indefinió, que se fue a infinito, y quizás esa definición matemática es la mejor. Y no se acaba en eso, sino que determina que desde ese momento en adelante, ya no pueda ser nunca más el mismo, que la manera como entiendo la libertad y la confianza se modifiquen definitivamente.

Cuando veo que Dios se muere conmigo, y con mi padre, también este misterio se hace universal, no sé cómo ni pa’ qué. Lo que sé es que algunos puntos en el estómago se me agitan y como que conocieran el camino hacia otro lado, hacia otra cosa. En contacto con ese misterio, no hay nada que pueda hacernos olvidar esa otra cosa, que es algo así como una fuente de vida cualitativamente distinta a la que hay. Al menos yo no puedo olvidarlo.

Yo no sé por qué debería confiar, más bien, me parece que es muy riesgoso creerle a este Dios muerto y fracasado. Me parece muy probable que si le sigo termine muy mal, hecho mierda en una cruz, torturado por los milicos, qué sé yo. Pero hay un misterio inconcebible en todo esto, en que percibo que se juega la vida, y que me da para pensar.

Para pensar de rodillas en la oscuridad, y decir en voz alta cuánto me duele y cuánto no comprendo, y cuánto me dispara al infinito el misterio de la muerte de mi padre. Y la de mi Dios.

jueves, abril 06, 2006

vaya como cuesta

Cada mañana todas las ovejas despiertan mirando el mismo sol, pero hay una que voltea y cubre sus orejas y grita fuerte su color. Diablos. Le oyen pero no le oyen, es un estímulo auditivo, quiero decir; pero aparentemente siempre es subumbral. Le escuchan, digamos, pero no le oyen.
Empiezo con todo esto para quejarme de algo así como el diseño del mundo que no soporta los intentos de dedicarse al arte y la ciencia. Estas dos semanas me he dado cuenta que si uno intenta hacer experimentos, discutir inteligentemente en las reuniones de laboratorio, estudiar para las pruebas del doctorado (que duran de 9 AM a 6PM, by de way), postular al FONDART, enviar un demo, organizar conciertos y componer canciones, vivirá con cueva hasta los 25 años. Esos son dos años más de lo que tengo. Diablos.
Todos saben que es tan lindo hacer arte, y todo saben que es tan lindo hacer ciencia. Todos saben, pero se ubican de uno u otro lado. Ovejitas de mierda, gritemos este color negro terrible que nos tiene distinguidos en la masa, agobiados con el tiempo. He sabido de la historia de una oveja en particular que voltea y cubre sus orejas y grita fuerte su color. Se levanta, y como que se le salen colores de los ojos, su alma es de fuego con sueños encendidos, prendidos a su solapa de negra lana. Me la cuenta en una canción mi buen amigo Claudio Martínez, y me dan ganas de mandar todos estos cerebros de rata y todas estas fotos del septum medial (que hay que cuantificar para cuanto antes) a la mismísima rechucha y hacer canciones como las de Claudio y quizás con él.
Sin embargo cuando me junto con músicos (a fines del año pasado en el encuentro de cantautores en Valparaíso, por ejemplo) me descubro científico, pensando en mis amadas neuronitas y sus misterios neurotróficos.
Yo sé que se puede ser ambas cosas, que se puede amar la vida intelectual y estéticamente, desde todo ámbito, y me acuerdo del colega de hace como un siglo, Santiago Ramón y Cajal, que decía que así como los que persiguen mariposas se fascinan con el aleteo colorido, también nosotros hemos hallado en el territorio gris del cerebro unas formas elegantes y maravillosas: las mariposas del alma.
Un registro electrofisiológico es como una música rara, escrita, como mirar una pauta. Todo esto es hermoso, y una especie de pista en esa dirección es que mientras más profundamente sumido estoy en la parte científica de mi vida más músicas vienen a mi mente, esta semana del carajo hice dos nuevas canciones. Eso es algo, es como un pista, como una invitación. También lo es la canción de Claudio, lo que pasa es que el horizonte se puro esconde.
Sí, cuesta, y vaya cómo.

martes, marzo 21, 2006

arrojados


Empujados a la vida. Lanzados a la existencia aún antes que al aire libre. Primero al agua, luego a una vida seca que busca el agua.
Aparecidos, llegados de ningún lado.

Cuando la gente pregunta por el sentido de la existencia da como risa, una risa terrible y negra (qué va a tener sentido esta huevá, mejor dése cuenta ahora mismo) En todo caso, lo mejor que existir tiene, viene también dado por esta condición. Usté no viene obligado a nada, usté viene a vivir; sin pecados de origen, sino precisamente para ser original en el pecado. Nadie me hizo la más mínima pregunta, todo apareció y sigue apareciendo en pura contingencia.

Y hay algo así como un peso que aplasta y como que ahoga. Quizá por eso buscamos el agua, para ahogarnos de manera, por así decirlo, más natural. O porque libera del peso, de un peso que se diluye a partir de nuestros padres, el azar y el yo mismo que insiste en seguir viviendo. Tampoco el suicidio se puede defender, hasta Cioran murió de viejo, todo cagado de miedo: aterrorizado el muy tramposo. Quiero volver al agua, parece.

Un giro inesperado: Las señales bioquímicas que definen los ejes dorso-ventral y antero-posterior en el embrión en desarrollo están finamente reguladas, y dependen en último término de la zona del oocito por donde haya sido fecundado por el espermatozoide. La manera como se duplican las células y se distribuyen los tejidos de ahí en adelante define al lado de la fecundación como dorsal, de modo que podemos seguir el punto de entrada del espermatozoide hasta el embrión de varias semanas y reconocer que esa zona da origen a la espalda.

Ya me esperaba algo así y esto es ya decirlo todo, no sólo somos arrojados a existir, sino encima somos apuñalados con la existencia por la espalda.

domingo, marzo 12, 2006

la paciencia


Yo ya no sé qué busco, pero sé que busco.

Escucho y huelo, y parece que algo intuyo. Hago canciones y las canto, y nos gustan, las cantamos juntos y esta búsqueda se amplia a dos más, a diez, a cien. Pero no sabemos que cresta andamos buscando, un montón de huevones ciegos detrás de una intuición esquiva y gigante, que parece avisar sobre algo inmenso, señalar el infinito. O algo así.
No sé qué busco y tampoco sé lo que trato de decir con esto. Solo que trato de trazar con estas palabras el borde, los contornos de esto que es la búsqueda de algo. Y no sé qué es ese "algo", pero parece estar aquí a la vuelta, dejándose oler e intuir.
No sé cómo buscarlo, no sé dónde ni cómo. Solo me queda perseguirlo e intentar tocarlo, aunque no lo logre jamás, y solamente porque no se puede vivir de otra manera.

Esta mañana escucho versos de Manuel: "pues su corazón está cansado/ y ya no soporta la inclemencia/ y su corazón le ha aconsejado/ la paciencia"
l a p a c i e n c i a

lunes, marzo 06, 2006

el borde


Me gusta la palabra borde, porque tiene un sonido suave que agrega una como ternura a esta idea de límite, de frontera que separa una cosa de otra, que traza la línea que divide el ser y la nada. Tiene algo de la redondez de la palabra burbuja, ese tipo de ternura. Y al mismo tiempo es de una fuerza y una consistencia tremendas.

Pero es la idea lo que más me inquieta, eso que está en el límite microscópico, en un punto intermedio, indefinible. Esa sensación como de que todo límite es arbitrario e ilusorio y que habitamos un gran continuo que conecta en sentido semántico y físico tu boca con la mía, por decir algo, mi mano y tu mentón, tu pelo y mis dedos, tu pie y mi pie. Tu algo y mi algo, lo que sea: nuestros cuerpos, materia que ocupa un sitio encajado en tres dimensiones, cuatro con cueva. Y eso que está donde se acaba la magnitud de la cosa: su borde. Esa huevá esquiva y hermosa, la superficie por donde paso la mano cuando te toco, lo que es tu forma pero ya no eres tú.


Mi hermano tiene la costumbre de responder a casi todas las preguntas con "casi" y siempre pienso que no hay nada más cierto. Ha dado con una clave que tiene que ver con todo esto que no sucede nunca y que está del otro lado de la realidad, pero siempre a punto de pasar, siempre casi, siempre viniendo. Es la realidad de lo que pudo haber sido y no es, del qué hubiera pasado si y todo ese coñazo insostenible e inasible. Y que, por la cresta, es una herida abierta que produce un dolor tremendo. Otra vez, el borde.


Te miro a los ojos con una profundidad carente de bordes y parece que en ese gesto se disolvieran todos los límites por completo. Me despedía de tí siempre pensando en ese beso al borde, al borde de los labios, pero en el fondo al borde de ser otra cosa, una pista, un límite que se pisa y que tiembla. Terrible beso que no es nada, y es todo lo que siempre tuvimos y no hay más, entonces aferrarse a ese momento agónico como al borde de una cornisa para no caer, para no perder del todo la posibilidad de poseer tus labios en ese beso que en alguna dimensión paralela nos dimos y que nos damos. Y el primero fue en el auto que ahora me robaron, y ahora los recuerdos solamente están en la piel y en ninguna otra parte, y es en ese momento donde estas mujeres son todas las mujeres y cuesta tanto saber cuál es el borde. Dónde está el límite natural que me permitirá no confundir tu boca con tu boca, y besar de un lado o de otro ese borde que es límite y es frontera, frontera que se cruza, que se abre y que asusta.

El borde es esa fábrica de vértigo que trato de agarrar y se me arranca. Y en un intento de racionalizar el beso, la distancia, la mujer, paso mi mano por sobre tus contornos, trato de saber qué es esto, dónde está, cómo entenderlo,
y sobre todo hasta cuándo cresta.

lunes, febrero 27, 2006

blanco

Anteayer hojeé un buen libro: un volumen donde viene Bestiario y Deshoras, lo primero y lo último de Julio. Un círculo. Me detuve en el "diario para un cuento". Estaba un poco sensible y se me metió hasta la médula, como la mayoría de las veces que lo leo a Julio.

Esta noche estoy aquí, página en blanco delante, tratando de tomar yo también distancia de algún personaje, por último distancia del texto para poder mirarlo de lejos, poner el pulgar de lado o de frente, medir, mirar con ojo agudo y crítico y salpicar una palabra por aquí, cortar una de acá.
Y, por supuesto y tratándome de idiota, no puedo.

Me pregunto igual que él, e igual que millones de veces antes de saber que también él se lo había preguntado, por qué escribir. Para qué someterme a este martirio de estar sentado frente al lienzo, la hoja en blanco, la pantalla -misma cosa- tratando de tomar la distancia imposible, de encontrar un buen motivo para escoger escribir a no-escribir. En mi caso, ni siquiera elegir escribir a fumar, leer o escuchar un disco, sino sencillamente a no-escribir.

Y saber que no hay ninguna buena razón, que se escribe finalmente por escribir, que todo lo que se pone en medio (hasta lo contado) son excusas para formalizar, para vender. Pero se escribe porque se escribe, se escribe para abrazar la eternidad o algo así. Se escribe para no chuparse en el vacío y desaparecer devorado por la antimateria. Es una aspirina metafísica, aliviol, mejoral, una huevá que restaura la existencia, o por lo menos tranquiliza por el momento.

Se escribe esto, pudiendo escribir otra cosa, para dejar la otra cosa para mañana y poder seguir escribiendo. Jugando a que esto es arte cuando en verdad es más parecido a un vómito, que vaya a saber uno si es también arte, pero las más veces parece que no.
Alivia, de verdad que alivia. Pero, ay, que en algún punto aparte ha de detenerse uno y entonces el abismo. El abismo, el silencio, o la huevá que sea. Es eso mismo, la muerte del cuento, irse a dormir. Haber llenado la página o el pedacito de pantalla y haber juntado un conchito suficiente de tranquilidad como para cubrir el camino de la máquina a la cama y abrazar a la mujer o a la almohada, y si no es posible entonces abrazar la realidad en vez de la eternidad, cerrar los ojos y dormirse antes que la realidad le escupa a uno en la cara una dosis de aniquilamiento de la que ya no pueda uno sobreponerse, y entonces tendrá que levantarse, cubrir de vuelta la distancia y llenar otro poco el espacio inmenso, terrible y blanco de la vida.

¿Pero hasta cuándo?

miércoles, febrero 22, 2006

desconcierto



Nos vemos allí.
Reservas: web de la Casa en el Aire
Mapa ubicación: web del Patio Bellavista
Difusión: [casatomada] en blog

O.

lunes, febrero 20, 2006

test político

Después de contestar un cuestionario that also tested my english, by the way, obtuve el resultado de lo que soy políticamente. Nótese en todo caso, que no existe en este mapa político el sector comunista. Le copié la idea a Jenny, de Colombia.
Ofertas de cargos públicos, subsecretarías (ministerios aún no, por favor),
déjenme un comentario en este post y los llamaré.

domingo, febrero 19, 2006

los débiles


Antes la culpa siempre la tenían (teníamos) los comunistas. Después, cuando por alguna extraña razón ya no todos los jóvenes eran comunistas, entonces la culpa la tuvimos los jóvenes. Derribado el mito del no-estoy-ni-ahí: ahora la culpa la tienen los milicos.

Es cierto, no digamos que lo mejor de la sociedad está en las Fuerzas Armadas, ni que el pasado inmediato propicia la mejor de las imágenes. No digamos que el ejército es una institución libre de corrupción, conflictos de poder o decisiones terribles que terminan en tragedias; pero más bien me da la impresión que es el chivo expiatorio de turno. Es el modo como la sociedad civil se lava las manos de sus culpas en el quiebre de la democracia. Si usted cría un león desde pequeño, dándole a beber sangre y alimentándolo con carne humana, y su león un día se come a su vecino antipático no puede usted echarle la culpa al león. O sea, digamos, sí puede; lo que no puede es eludir su responsabilidad e imputársela entera al felino. Es igual al dicho del cojo que le echa la culpa al empedrado de la calle.

De allí la mala fama y el interés por escudriñar más profundamente lo que huele podrido en el ejército, cuando bien sabemos que el olor viene de varios lados al mismo tiempo.

Yo no soy de la idea de hacer la vista gorda, creo que todo lo sucio debe limpiarse y que la verdad conduce a la libertad. Pero tampoco soy de los pesimistas que creen que el país está podrido y condenado por la corrupción, al menos eso queda lejos de mi experiencia más inmediata. Así las cosas, me parece que se hace un gran daño al sistema social cuando se deslegitima con esta violencia y por turnos a uno de sus subsistemas a la vez, lo que es muy distinto a mantener un legítimo y permanente cuestionamiento sobre todas las instituciones de la sociedad. Ayer los débiles fueron los comunistas, otro día los funcionarios de tal ministerio, otro los parlamentarios, un día cualquiera los curas, hoy día los milicos. Los débiles oficiales, digo, porque sabemos que los débiles siempre terminan siendo los pobres cuyas historias no salen en la tele, y de las que nos desvían la atención hacia los débiles-oficiales de turno.

A mí no me gustan demasiado los ejércitos y no habría sido milico, además durante mucho tiempo me dieron miedo, pero no compro este cuento de cómo los medios nos venden chivos expiatorios por turnos, y nos bloquean la posibilidad de hacer opinión pública, de construir la realidad desde la esfera pública, y no desde la imposición de los grupos de poder. Es cierto lo que dice Villouta en la Nación Domingo, comentando que los medios construyen realidad y citando que “los medios son espacios mentales que habitamos”, pero los habitamos amarrados.

De los medios escribiré más adelante.
Hoy, ojo con los débiles: los verdaderos, los falsos,
los próximos.

viernes, febrero 17, 2006

Payasos deconstructores


No todos los payasos me gustan.
Reconozco que hay algunos que me resultan muy interesantes. Y por ahí me habría encantado conocer al famoso payaso Piripipí del que habla Jodorowsky, y su canción del dinero que tocaba tirando al piso las monedas.

Ayer ví otro montón de payasos absurdos, de esos de chistes extrañísimos y reacciones inesperadas y me acordé después de mucho tiempo de este tipo de payasos, los payasos deconstructores.

Les digo así porque quiebran totalmente el esquema que nos armamos para entender el mundo y, al revés, parecen más bien empeñados en deconstruir los acuerdos que nos permiten hacer las distinciones. Ríen, ríen todo el tiempo, de un modo irónico o burlesco, y algo hay en sus caras pintadas que pegotea lo impegoteable, de manera que terminamos riéndonos de los terribles golpes que los payasos se dan, o bien terminamos siendo víctimas humilladas de un show para que se rían otros. Y lo aceptamos de buena gana, y hasta nos da risa. Terminamos ridículos, engañados y divertidos.

El absurdo nos confunde los códigos y con ello revienta nuestra capacidad para distinguir. Quizá por eso me gusta, porque ante todo mi espectacular despliegue de un aparato teórico lleno de distinciones entre una cosa y otra, entre lo que es y lo que no es, entre sistema y entorno, el absurdo es un punto en que otra vez todo concurre a la unidad y me hace polvo el seso. No hay subsistema que lo aguante, ni siquiera un “susbsistema del absurdo”, donde la distinción fuese el absurdo, pues se entrampa en la irregularidad de lo sin-sentido, que permanentemente cambia, como huyendo de una distinción estabilizante. Lo absurdo no elige con criterios, más bien señala siempre hacia todo-lo-demás, en ese sentido es una anti-contingencia, es el resto de las posibilidades que no se escogerían si se utilizara un criterio de selección.

El absurdo es lo más cercano a la plenitud de la libertad, a la ubicuidad.
Por eso me gustan los payasos, poderosos expertos en lo ridículo
y liberadores.

al sur del sur hay un sitio que está olvidado



Me vine al sur,
y hace bastantes días.
Por eso no se me ha visto.

Pero no he dejado de escribir,
empaqué el portátil y tengo en carpeta tres textos para los que pasan a respirar conmigo acá.
No los he subido, porque la interné es algo cara y lenta acá (por más esfuerzos que hace el microempresario) y porque primero tenía que comentar que estoy en el sur, y es tan rico todo acá.

Les dejo estas tres fotos.
La casa, el lago, el cielo.

martes, febrero 07, 2006

¿habrá champiñones en el cosmos?


Pregunta insolente a la luz de los descubrimientos astronómicos.

En todo caso el contexto de la pregunta es la década de los 90's, en una reunión de amigas en que están decidiendo qué hacer para la cena. En la esquina más cercana de donde se hallaban se alzaba uno de esos supermercados "Cosmos", hoy extintos en Santiago.

Ay, el lenguaje.
El lenguaje.

domingo, febrero 05, 2006


Todo.
Lo destruye todo.
El tiempo lo destruye todo.

Y es como cuando nos arrastraban tomándonos de los pies y tratábamos de agarrarnos al suelo, al pasto, al cemento, de rasguñar el piso para engancharnos en algún sitio donde el tiempo no pase. El kayrós, el estar y ser, el zen, la unidad, la totalidad. Dios.

Todos los días nos mordemos los labios, abrazamos a la mujer, escribimos como si se nos fuera la vida en eso. Y se nos va. Por no poder sostener este instante para siempre, porque el instante se nos cae de las manos y de los ojos. Se cae y se destruye.

No sabemos cómo es lo que viene después.
Sólo sabemos que lo que tenemos no nos soporta, que se nos cae de las manos
y que se hace mierda en el suelo.
Que el tiempo lo destruye todo.

Parce que le temps détruit tout.

jueves, febrero 02, 2006

No se oye (golpe tras golpe)

Tiene la boca cerrada que hasta llegan a doler los labios,
el inferior ligeramente mordido y la lengua apretada contra los dientes.
Está convencido internamente de que de sus labios no saldrá nada de nada, ni una sola palabra. Aún sin sus lentes ve claramente la cara de la profesora de matemáticas y la desafía con su mirada rebelde y su altura discreta de sexto básico.

En medio del mareo y el cosquilleo de la asfixia, el milico le saca la cabeza del agua, la profesora de matemáticas desaparece y él inhala sin abrir la boca. Tiene treinta y ocho años y bigote de mirista.

El milico le vuelve a meter la cabeza en el agua y la asfixia lo devuelve a los doce y la clase de matemáticas. El milico lo putea, pero dentro del agua no se oye nada.
Tampoco el milico le oye decir que no va a hablar ni cagando.

Separados por el agua, dos hombres callan.






miércoles, febrero 01, 2006

Santiago frío

Hoy amaneció helado.

Ayer había miles de millones de grados celsius,
y de pronto es como si nos hubieran trasladado a Valdivia,
pero sin mar.

Santiago helado es estar en un muellecito que se adentra en un lago de la décima región con las patitas en el agua que no se mueve.
Es el olor de los caminos que recorrí a pie entre Riñihue y Futrono, es la temperatura exacta del agua de la lluvia intermitente. Caminar entre los arrayanes y los coigües en la patagonia. Ver en el suelo un apurado tornasol con cachitos y agacharse a recoger un ciervo volante.
Es el olor a humo y a tierra fresca. El sendero irreconocible en el bosque.

Lo más entrañable es eso, que el sendero sea irreconocible y no haya más la obligación de seguir un camino. El bosque como una introducción al zen. Donde hay solo el instante, un camino por hacer, sin espectativas, sin búsquedas.

Santiago está helado y yo ando con sandalias y chaleco.
Y ganas de irme al sur.

lunes, enero 30, 2006

señales contradictorias

Si un tumor es onCológico. Entonces lo que yo tengo es un cumor.
El caso es que tengo mareado el ser por el entredeux de los modos de vivir, mareado así como con esas figuritas imposibles, que parecen reales pero que no se pueden fabricar de verdad.


Una mujer escribe de su domingo soleado y lleno de sandía y piscina. Yo le digo que tuve calor pero que estuvo húmedo y lleno de nubes, gris: horroroso. Ella me dice que su domingo soleado, lleno de sandía y piscina, estuvo lleno de angustia. Diablos, pienso yo, al menos el mío fue solo en una dirección: hacia abajo. El de ella estuvo bien y mal, al mismo tiempo. Me ganó, la contradicción es lo peor.

Vengo pensando hace tiempo en esto, en lo que la mitad de mí quiere hacer y la otra mitad se niega. En las señales contradictorias que doy, cuando digo que quiero detenerme, dejar de hacer algo, pero propicio
ocasiones para seguirlo haciendo. Recuerdo escenas en que una rubia me pregunta qué hacer con todo esto y yo le digo que dejarlo hasta aquí nomás, ya basta de hacer tonteras, pero abrazarla y saber que no se puede renunciar tan fácil, que una tensión rasga la piel. Y la rubia es un símbolo de algo que sucede y sucede sin parar, aunque haya sido hace tantos años y yo sea ahora otro, con contradicciones distintas y quizás menos fatales. Sigo dando señales contradictorias y como no me basta con mi mareo y mi dolor de cabeza, contagio de mareos y neurosis a otros, y a todas las cosas.

Quisiera al menos ser una contradicción esencial, como un oximoron, un cartel que diga, "no lea este cartel". Pero no, soy multitud de carteles con instrucciones encontradas indicando a ninguna parte. Quisiera ser como cuando tenía 19 años y después de un encuentro un poco confuso con una hermosa mujer de 26 (que el año pasado se casó, canté en su matrimonio) supe que tenía que darle una señal clara de que lo nuestro no podía seguir. La invité al mismo cine, después a la misma cerveza, pero me mantuve a un metro de distancia y cachó la señal. Después fui consistente, nunca
más pasó nada entre nosotros. Ahora digo una cosa y hago otra, me mareo, me doy vértigo. Me duele la cabeza y me arde el cardias de pensar que la manera de eliminar las contradicciones es reconocer lo que no es, lo que pudiendo ser no es, lo que uno ha elegido para que no sea, que ha dejado atrás. Reconocer que uno vive la vida que eligió vivir y no las otras que dejó atrás. Que "lo que pudo haber sido" no existe.

Si no se queda atrás, lejos,
o cerca,
supongamos que cerca,
pero atrás.

Si esa "otra" realidad ausente
no
muere,

y se hace señales de tránsito.
El mareo, la migraña,
será infinito.

Vea como este dolor del mareo por contradicción puede ser un tumor en la vida. Las dos cosas están íntimamente relacionadas. Bertoni dice: "george gershwin murió a los 34/ migrañas, mareos, tumor"

O quizás cumor.
¿Qué pasa?

domingo, enero 29, 2006

[casatomada]










Siempre hemos querido tomar
nos ciertos sitios. Cuando yo estaba en el colegio, una vez los cuartos medios se lo tomaron de noche: primera experiencia con tomas. Luego no ha habido muchas, estudié en una universidad un poco indolente y pacífica. También un poco fascista, pero hemos hecho lo posible.

Me gusta el concepto de "tomarse", en el sentido de que es agarrar el sitio, pero también es un poco "bebérselo". Me emociona el sentido de apropiación, de hacer nuestro un lugar, un momento, una condición. Como en la "casa tomada" que pone Julio en su bestiario.

Creo que va llegando el tiempo en que hay que recuperar la casa, re-tomársela. Lugares que hemos ido haciendo nuestros con los años, así como lugares que nos resultan ajenos: invadirlos, llenarlos de nosotros, transformarlos.

Desde Marzo nos vamos a tomar todos los sábados la nueva Casa en el Aire del barrio Bellavista, en ese símbolo nos vamos a tomar todas las casas, todos los sitios, todas las calles. Vamos a comenzar por invadir con conciertos de música nueva este bar. Con nuevas caras, nuevas voces. El olor de una música que no existía antes, hasta que uno de nosotros la hizo.

Nos veremos allí.

jueves, enero 26, 2006

Los pasos en las huellas

Cortázar escribe sobre un escritor que persigue a un escritor y luego termina tanto poniendo sus pasos sobre los de él, que no le es posible distinguirlo. Luego yo pongo deliberadamente pasos sobre los de Cortázar, por si acaso.

Por cada paso hay un espacio curvo a penetrar,
por cada cosa hay otra.

Uno intenta e intenta mantener un espacio de coherencia,
de distancia,
y al final lo único que logra es poner los propios pasos sobre las huellas,
de otros o propias pasadas,
temidas,
pero finalmente nuestros pies solo descifran ese camino.



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