
Más información en www.nuestrocanto.cl
Para que las canciones evadidas lleguen a tiempo,
tendrán que dejarse leer.
En vez de ser oídas.
Me cansé de buscar con los ojos abiertos,
te cansaste de ser
un grito que se ahoga,
la belleza perfecta que nadie ha tocado en su centro,
soledad que se moja.
Soledad
que se moja.
Derribado de frío, me callé
de los labios, los párpados,
te callaste en mi pánico refugiado en el té.
Yo no sé ni la clave en que escriben tus manos,
ni de dónde esta sed.
Ni de dónde esta sed.
Me cansé de buscar con los ojos abiertos,
te cansaste de ser un grito que se ahoga.
Tu vértigo en mi abrazo, mi angustia desarmada
transformada en tu boca.
Transformada en tu boca.
Cortázar escribe sobre un escritor que persigue a un escritor y luego termina tanto poniendo sus pasos sobre los de él, que no le es posible distinguirlo. Luego yo pongo deliberadamente pasos sobre los de Cortázar, por si acaso.
Por cada paso hay un espacio curvo a penetrar,
por cada cosa hay otra.
Uno intenta e intenta mantener un espacio de coherencia,
de distancia,
y al final lo único que logra es poner los propios pasos sobre las huellas,
de otros o propias pasadas,
temidas,
pero finalmente nuestros pies solo descifran ese camino.
Powered by Castpost
No podía pasar mucho tiempo para que también la música se metiera en todo esto.
Hace un par de días, a propósito de las aniquilaciones comenté esto de signos que no entiendo, sonidos que evocan algo que llevamos tanto tiempo sin oír.
Y como llevo tatuado el ruido de tu mano y llevo marcado el número de veces en que te he buscado, bajo el mantel,
detrás de las cortinas,
en mis ojos cerrados.
En el borde.
Entonces uno no puede quedarse así nomás, tiene que preguntarte insistentemente qué cresta hacer con esto, dónde buscarte, cuál es tu límite.
Al menos cual es tu nombre,
o el nombre de tu nombre.
Powered by Castpost