lunes, febrero 27, 2006

blanco

Anteayer hojeé un buen libro: un volumen donde viene Bestiario y Deshoras, lo primero y lo último de Julio. Un círculo. Me detuve en el "diario para un cuento". Estaba un poco sensible y se me metió hasta la médula, como la mayoría de las veces que lo leo a Julio.

Esta noche estoy aquí, página en blanco delante, tratando de tomar yo también distancia de algún personaje, por último distancia del texto para poder mirarlo de lejos, poner el pulgar de lado o de frente, medir, mirar con ojo agudo y crítico y salpicar una palabra por aquí, cortar una de acá.
Y, por supuesto y tratándome de idiota, no puedo.

Me pregunto igual que él, e igual que millones de veces antes de saber que también él se lo había preguntado, por qué escribir. Para qué someterme a este martirio de estar sentado frente al lienzo, la hoja en blanco, la pantalla -misma cosa- tratando de tomar la distancia imposible, de encontrar un buen motivo para escoger escribir a no-escribir. En mi caso, ni siquiera elegir escribir a fumar, leer o escuchar un disco, sino sencillamente a no-escribir.

Y saber que no hay ninguna buena razón, que se escribe finalmente por escribir, que todo lo que se pone en medio (hasta lo contado) son excusas para formalizar, para vender. Pero se escribe porque se escribe, se escribe para abrazar la eternidad o algo así. Se escribe para no chuparse en el vacío y desaparecer devorado por la antimateria. Es una aspirina metafísica, aliviol, mejoral, una huevá que restaura la existencia, o por lo menos tranquiliza por el momento.

Se escribe esto, pudiendo escribir otra cosa, para dejar la otra cosa para mañana y poder seguir escribiendo. Jugando a que esto es arte cuando en verdad es más parecido a un vómito, que vaya a saber uno si es también arte, pero las más veces parece que no.
Alivia, de verdad que alivia. Pero, ay, que en algún punto aparte ha de detenerse uno y entonces el abismo. El abismo, el silencio, o la huevá que sea. Es eso mismo, la muerte del cuento, irse a dormir. Haber llenado la página o el pedacito de pantalla y haber juntado un conchito suficiente de tranquilidad como para cubrir el camino de la máquina a la cama y abrazar a la mujer o a la almohada, y si no es posible entonces abrazar la realidad en vez de la eternidad, cerrar los ojos y dormirse antes que la realidad le escupa a uno en la cara una dosis de aniquilamiento de la que ya no pueda uno sobreponerse, y entonces tendrá que levantarse, cubrir de vuelta la distancia y llenar otro poco el espacio inmenso, terrible y blanco de la vida.

¿Pero hasta cuándo?

miércoles, febrero 22, 2006

desconcierto



Nos vemos allí.
Reservas: web de la Casa en el Aire
Mapa ubicación: web del Patio Bellavista
Difusión: [casatomada] en blog

O.

lunes, febrero 20, 2006

test político

Después de contestar un cuestionario that also tested my english, by the way, obtuve el resultado de lo que soy políticamente. Nótese en todo caso, que no existe en este mapa político el sector comunista. Le copié la idea a Jenny, de Colombia.
Ofertas de cargos públicos, subsecretarías (ministerios aún no, por favor),
déjenme un comentario en este post y los llamaré.

domingo, febrero 19, 2006

los débiles


Antes la culpa siempre la tenían (teníamos) los comunistas. Después, cuando por alguna extraña razón ya no todos los jóvenes eran comunistas, entonces la culpa la tuvimos los jóvenes. Derribado el mito del no-estoy-ni-ahí: ahora la culpa la tienen los milicos.

Es cierto, no digamos que lo mejor de la sociedad está en las Fuerzas Armadas, ni que el pasado inmediato propicia la mejor de las imágenes. No digamos que el ejército es una institución libre de corrupción, conflictos de poder o decisiones terribles que terminan en tragedias; pero más bien me da la impresión que es el chivo expiatorio de turno. Es el modo como la sociedad civil se lava las manos de sus culpas en el quiebre de la democracia. Si usted cría un león desde pequeño, dándole a beber sangre y alimentándolo con carne humana, y su león un día se come a su vecino antipático no puede usted echarle la culpa al león. O sea, digamos, sí puede; lo que no puede es eludir su responsabilidad e imputársela entera al felino. Es igual al dicho del cojo que le echa la culpa al empedrado de la calle.

De allí la mala fama y el interés por escudriñar más profundamente lo que huele podrido en el ejército, cuando bien sabemos que el olor viene de varios lados al mismo tiempo.

Yo no soy de la idea de hacer la vista gorda, creo que todo lo sucio debe limpiarse y que la verdad conduce a la libertad. Pero tampoco soy de los pesimistas que creen que el país está podrido y condenado por la corrupción, al menos eso queda lejos de mi experiencia más inmediata. Así las cosas, me parece que se hace un gran daño al sistema social cuando se deslegitima con esta violencia y por turnos a uno de sus subsistemas a la vez, lo que es muy distinto a mantener un legítimo y permanente cuestionamiento sobre todas las instituciones de la sociedad. Ayer los débiles fueron los comunistas, otro día los funcionarios de tal ministerio, otro los parlamentarios, un día cualquiera los curas, hoy día los milicos. Los débiles oficiales, digo, porque sabemos que los débiles siempre terminan siendo los pobres cuyas historias no salen en la tele, y de las que nos desvían la atención hacia los débiles-oficiales de turno.

A mí no me gustan demasiado los ejércitos y no habría sido milico, además durante mucho tiempo me dieron miedo, pero no compro este cuento de cómo los medios nos venden chivos expiatorios por turnos, y nos bloquean la posibilidad de hacer opinión pública, de construir la realidad desde la esfera pública, y no desde la imposición de los grupos de poder. Es cierto lo que dice Villouta en la Nación Domingo, comentando que los medios construyen realidad y citando que “los medios son espacios mentales que habitamos”, pero los habitamos amarrados.

De los medios escribiré más adelante.
Hoy, ojo con los débiles: los verdaderos, los falsos,
los próximos.

viernes, febrero 17, 2006

Payasos deconstructores


No todos los payasos me gustan.
Reconozco que hay algunos que me resultan muy interesantes. Y por ahí me habría encantado conocer al famoso payaso Piripipí del que habla Jodorowsky, y su canción del dinero que tocaba tirando al piso las monedas.

Ayer ví otro montón de payasos absurdos, de esos de chistes extrañísimos y reacciones inesperadas y me acordé después de mucho tiempo de este tipo de payasos, los payasos deconstructores.

Les digo así porque quiebran totalmente el esquema que nos armamos para entender el mundo y, al revés, parecen más bien empeñados en deconstruir los acuerdos que nos permiten hacer las distinciones. Ríen, ríen todo el tiempo, de un modo irónico o burlesco, y algo hay en sus caras pintadas que pegotea lo impegoteable, de manera que terminamos riéndonos de los terribles golpes que los payasos se dan, o bien terminamos siendo víctimas humilladas de un show para que se rían otros. Y lo aceptamos de buena gana, y hasta nos da risa. Terminamos ridículos, engañados y divertidos.

El absurdo nos confunde los códigos y con ello revienta nuestra capacidad para distinguir. Quizá por eso me gusta, porque ante todo mi espectacular despliegue de un aparato teórico lleno de distinciones entre una cosa y otra, entre lo que es y lo que no es, entre sistema y entorno, el absurdo es un punto en que otra vez todo concurre a la unidad y me hace polvo el seso. No hay subsistema que lo aguante, ni siquiera un “susbsistema del absurdo”, donde la distinción fuese el absurdo, pues se entrampa en la irregularidad de lo sin-sentido, que permanentemente cambia, como huyendo de una distinción estabilizante. Lo absurdo no elige con criterios, más bien señala siempre hacia todo-lo-demás, en ese sentido es una anti-contingencia, es el resto de las posibilidades que no se escogerían si se utilizara un criterio de selección.

El absurdo es lo más cercano a la plenitud de la libertad, a la ubicuidad.
Por eso me gustan los payasos, poderosos expertos en lo ridículo
y liberadores.

al sur del sur hay un sitio que está olvidado



Me vine al sur,
y hace bastantes días.
Por eso no se me ha visto.

Pero no he dejado de escribir,
empaqué el portátil y tengo en carpeta tres textos para los que pasan a respirar conmigo acá.
No los he subido, porque la interné es algo cara y lenta acá (por más esfuerzos que hace el microempresario) y porque primero tenía que comentar que estoy en el sur, y es tan rico todo acá.

Les dejo estas tres fotos.
La casa, el lago, el cielo.

martes, febrero 07, 2006

¿habrá champiñones en el cosmos?


Pregunta insolente a la luz de los descubrimientos astronómicos.

En todo caso el contexto de la pregunta es la década de los 90's, en una reunión de amigas en que están decidiendo qué hacer para la cena. En la esquina más cercana de donde se hallaban se alzaba uno de esos supermercados "Cosmos", hoy extintos en Santiago.

Ay, el lenguaje.
El lenguaje.

domingo, febrero 05, 2006


Todo.
Lo destruye todo.
El tiempo lo destruye todo.

Y es como cuando nos arrastraban tomándonos de los pies y tratábamos de agarrarnos al suelo, al pasto, al cemento, de rasguñar el piso para engancharnos en algún sitio donde el tiempo no pase. El kayrós, el estar y ser, el zen, la unidad, la totalidad. Dios.

Todos los días nos mordemos los labios, abrazamos a la mujer, escribimos como si se nos fuera la vida en eso. Y se nos va. Por no poder sostener este instante para siempre, porque el instante se nos cae de las manos y de los ojos. Se cae y se destruye.

No sabemos cómo es lo que viene después.
Sólo sabemos que lo que tenemos no nos soporta, que se nos cae de las manos
y que se hace mierda en el suelo.
Que el tiempo lo destruye todo.

Parce que le temps détruit tout.

jueves, febrero 02, 2006

No se oye (golpe tras golpe)

Tiene la boca cerrada que hasta llegan a doler los labios,
el inferior ligeramente mordido y la lengua apretada contra los dientes.
Está convencido internamente de que de sus labios no saldrá nada de nada, ni una sola palabra. Aún sin sus lentes ve claramente la cara de la profesora de matemáticas y la desafía con su mirada rebelde y su altura discreta de sexto básico.

En medio del mareo y el cosquilleo de la asfixia, el milico le saca la cabeza del agua, la profesora de matemáticas desaparece y él inhala sin abrir la boca. Tiene treinta y ocho años y bigote de mirista.

El milico le vuelve a meter la cabeza en el agua y la asfixia lo devuelve a los doce y la clase de matemáticas. El milico lo putea, pero dentro del agua no se oye nada.
Tampoco el milico le oye decir que no va a hablar ni cagando.

Separados por el agua, dos hombres callan.






miércoles, febrero 01, 2006

Santiago frío

Hoy amaneció helado.

Ayer había miles de millones de grados celsius,
y de pronto es como si nos hubieran trasladado a Valdivia,
pero sin mar.

Santiago helado es estar en un muellecito que se adentra en un lago de la décima región con las patitas en el agua que no se mueve.
Es el olor de los caminos que recorrí a pie entre Riñihue y Futrono, es la temperatura exacta del agua de la lluvia intermitente. Caminar entre los arrayanes y los coigües en la patagonia. Ver en el suelo un apurado tornasol con cachitos y agacharse a recoger un ciervo volante.
Es el olor a humo y a tierra fresca. El sendero irreconocible en el bosque.

Lo más entrañable es eso, que el sendero sea irreconocible y no haya más la obligación de seguir un camino. El bosque como una introducción al zen. Donde hay solo el instante, un camino por hacer, sin espectativas, sin búsquedas.

Santiago está helado y yo ando con sandalias y chaleco.
Y ganas de irme al sur.

lunes, enero 30, 2006

señales contradictorias

Si un tumor es onCológico. Entonces lo que yo tengo es un cumor.
El caso es que tengo mareado el ser por el entredeux de los modos de vivir, mareado así como con esas figuritas imposibles, que parecen reales pero que no se pueden fabricar de verdad.


Una mujer escribe de su domingo soleado y lleno de sandía y piscina. Yo le digo que tuve calor pero que estuvo húmedo y lleno de nubes, gris: horroroso. Ella me dice que su domingo soleado, lleno de sandía y piscina, estuvo lleno de angustia. Diablos, pienso yo, al menos el mío fue solo en una dirección: hacia abajo. El de ella estuvo bien y mal, al mismo tiempo. Me ganó, la contradicción es lo peor.

Vengo pensando hace tiempo en esto, en lo que la mitad de mí quiere hacer y la otra mitad se niega. En las señales contradictorias que doy, cuando digo que quiero detenerme, dejar de hacer algo, pero propicio
ocasiones para seguirlo haciendo. Recuerdo escenas en que una rubia me pregunta qué hacer con todo esto y yo le digo que dejarlo hasta aquí nomás, ya basta de hacer tonteras, pero abrazarla y saber que no se puede renunciar tan fácil, que una tensión rasga la piel. Y la rubia es un símbolo de algo que sucede y sucede sin parar, aunque haya sido hace tantos años y yo sea ahora otro, con contradicciones distintas y quizás menos fatales. Sigo dando señales contradictorias y como no me basta con mi mareo y mi dolor de cabeza, contagio de mareos y neurosis a otros, y a todas las cosas.

Quisiera al menos ser una contradicción esencial, como un oximoron, un cartel que diga, "no lea este cartel". Pero no, soy multitud de carteles con instrucciones encontradas indicando a ninguna parte. Quisiera ser como cuando tenía 19 años y después de un encuentro un poco confuso con una hermosa mujer de 26 (que el año pasado se casó, canté en su matrimonio) supe que tenía que darle una señal clara de que lo nuestro no podía seguir. La invité al mismo cine, después a la misma cerveza, pero me mantuve a un metro de distancia y cachó la señal. Después fui consistente, nunca
más pasó nada entre nosotros. Ahora digo una cosa y hago otra, me mareo, me doy vértigo. Me duele la cabeza y me arde el cardias de pensar que la manera de eliminar las contradicciones es reconocer lo que no es, lo que pudiendo ser no es, lo que uno ha elegido para que no sea, que ha dejado atrás. Reconocer que uno vive la vida que eligió vivir y no las otras que dejó atrás. Que "lo que pudo haber sido" no existe.

Si no se queda atrás, lejos,
o cerca,
supongamos que cerca,
pero atrás.

Si esa "otra" realidad ausente
no
muere,

y se hace señales de tránsito.
El mareo, la migraña,
será infinito.

Vea como este dolor del mareo por contradicción puede ser un tumor en la vida. Las dos cosas están íntimamente relacionadas. Bertoni dice: "george gershwin murió a los 34/ migrañas, mareos, tumor"

O quizás cumor.
¿Qué pasa?

domingo, enero 29, 2006

[casatomada]










Siempre hemos querido tomar
nos ciertos sitios. Cuando yo estaba en el colegio, una vez los cuartos medios se lo tomaron de noche: primera experiencia con tomas. Luego no ha habido muchas, estudié en una universidad un poco indolente y pacífica. También un poco fascista, pero hemos hecho lo posible.

Me gusta el concepto de "tomarse", en el sentido de que es agarrar el sitio, pero también es un poco "bebérselo". Me emociona el sentido de apropiación, de hacer nuestro un lugar, un momento, una condición. Como en la "casa tomada" que pone Julio en su bestiario.

Creo que va llegando el tiempo en que hay que recuperar la casa, re-tomársela. Lugares que hemos ido haciendo nuestros con los años, así como lugares que nos resultan ajenos: invadirlos, llenarlos de nosotros, transformarlos.

Desde Marzo nos vamos a tomar todos los sábados la nueva Casa en el Aire del barrio Bellavista, en ese símbolo nos vamos a tomar todas las casas, todos los sitios, todas las calles. Vamos a comenzar por invadir con conciertos de música nueva este bar. Con nuevas caras, nuevas voces. El olor de una música que no existía antes, hasta que uno de nosotros la hizo.

Nos veremos allí.

jueves, enero 26, 2006

Los pasos en las huellas

Cortázar escribe sobre un escritor que persigue a un escritor y luego termina tanto poniendo sus pasos sobre los de él, que no le es posible distinguirlo. Luego yo pongo deliberadamente pasos sobre los de Cortázar, por si acaso.

Por cada paso hay un espacio curvo a penetrar,
por cada cosa hay otra.

Uno intenta e intenta mantener un espacio de coherencia,
de distancia,
y al final lo único que logra es poner los propios pasos sobre las huellas,
de otros o propias pasadas,
temidas,
pero finalmente nuestros pies solo descifran ese camino.



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domingo, enero 22, 2006

cinco extraños hábitos tuyos

(he recibido esto de sietecrisantemos: "(...)El primer jugador de este juego inicia su mensaje con el título "5 extraños hábitos tuyos". Las personas que son invitadas a escribir un mensaje en su respectivo blog a propósito de sus extraños hábitos, deben también indicar claramente este reglamento. Al final, debes escoger 5 nuevas personas y añadir el link de su blog o diario web. No olvides dejar un comentario en su blog o diario web diciendo "Has sido elegido" y dices que lean el tuyo (...)")

He hecho mis averiguaciones y este juego aún no abarca todo el mundo. Al menos no todos los idiomas. Lo he leído en español e inglés, pero no he encontrado versiones en francés o alemán. No he buscado más, disculpen mi poca rigurosidad. En todo caso, la mayor parte de la humanidad habla estos dos idiomas, y la mayor parte de las páginas web -incluso en países germanoparlantes o francófonos- están en inglés, así que no es poco. Bueno, aquí implícitas ya están dos de mis manías horribles, lo de las averiguaciones y no poder quedarse tranquilo sin saber, qué es esto, de dónde viene, quién lo inventó. La segunda es el gusto por las palabras interesantes como "francófono". Es buena. Podría haber dicho que hablan francés, pero no: francófono, superbe. En el fondo soy un latero. Vamos con mis 5 idioteces favoritas:

1. los nombres: Cada vez que conozco recién a alguien, busco la primera oportunidad para preguntarle todos sus nombres. Así escojo la mejor manera -o la que más me guste -de llamarlo. Así, por ejemplo, a la gente con la que trabajo la trato a veces por sus dos nombres, a veces por el que menos usa, y a veces por el apellido. A una de ellas cuando la saludo en la mañana es "Claudia Andrea" y por la tarde es "Señora Escudero". El año pasado hubo una época en que trabajaban en el grupo María Fernanda, María Soledad y María Paulina, lo que hacía muy interesante llamarlas "María". A mi amiga María José, siempre le he dicho por su apellido (ella me dice por mi segundo nombre) A mi polola escasas veces la trato por su nombre (tenemos decenas de alias para elegir), y si lo hago es "Bernardita Paz".

2. los cubiertos: Soy absolutamente incapaz de comer con cualquier cubierto. Necesito que no tenga diseño alguno, que pese lo suficiente y que sea en lo posible de metal sólido y de una sola pieza. Por dar un ejemplo, en mi casa hay al menos 7 tipos distintos de cuchara y yo sólo utilizo 2, que son casi idénticos entre sí. Si me ponen de otro, me levanto de la mesa y lo cambio.

3. las burbujas: Exijo que la gente tenga una cantidad de energía razonable antes de interactuar conmigo. Me pone muuuy nervioso conversar con alguien que está cansado y como atontado, o mañoso. En esos casos prefiero irme rápidamente. Necesito que la gente a mi alrededor tenga burbujitas, esté como en ebullición, o como el agua mineral con gas o la soda, con una energía burbujeante que se les arranca por arriba de la cabeza. Si no, lo paso pésimo. Entiéndase bien, usté puede estar cansado, puede estar incluso deprimido, pero no puede estar idiota, no es lo mismo. Lo que pasa es que tengo una mutación que me hace expresar pocos receptores de idiotez, entonces se me saturan muy rápido.

4. la temperatura: Me gustan las bebidas heladísimas. De 4ºC para abajo. Pero como eso es casi imposible, antes de servirme jugo o gaseosa alguna (de preferencia la gaseosa roja, la del imperio transnacional que vistió de rojo a Niklaus) pongo en el vaso todos los hielos que quepan, que usualmente van entre 7 y 9 (dependiendo del tamaño del vaso y de los cubos) Con eso me aseguro de que la temperatura va a ser practicamente 4ºC, que es -como todos saben- la temperatura de equilibrio de la interfase líquido/solido del agua.

5. sendero en el bosque: Cuando conduzco, sigo siempre las mismas rutas. Si voy al oeste, siempre bajo por Av. Grecia. Si voy al este, mi ruta es algo más complicada: subo por Duble Almeyda hasta Santa Julia, doblo hacia el norte y sigo hasta Simón Bolívar por donde continúo subiendo, por ahí llego hasta Vespucio donde otra vez voy al norte, hasta Las Arañas. Por las Arañas llego a Bilbao, y subo por ahí hasta Manquehue o Tomas Moro, dependiendo de mi destino. A veces claro, sigo por Vespucio. No todo es TAN estricto.

Algunas de mis manías más famosas no tienen nada de raras, una cosa puede ser horrible, incómoda, ofensiva y no me importa, pero si una huevá no suena bien la apago o me voy, por ejemplo a los típicos cantantes de micro torturadores los interpelo (solo porque no puedo apagarlos). Llego siempre tarde a todos lados. Podría poner más, estoy lleno de manías ridículas. Pero creo que con esto basta.

Invito a este baile a Pep, B-Berrie, Clio, Antoñita la fantástica y a Trinita.

Ánimo.

viernes, enero 20, 2006

el nombre de tu nombre


No podía pasar mucho tiempo para que también la música se metiera en todo esto.

Hace un par de días, a propósito de las aniquilaciones comenté esto de signos que no entiendo, sonidos que evocan algo que llevamos tanto tiempo sin oír.

Y como llevo tatuado el ruido de tu mano y llevo marcado el número de veces en que te he buscado, bajo el mantel,
detrás de las cortinas,
en mis ojos cerrados.
En el borde.
Entonces uno no puede quedarse así nomás, tiene que preguntarte insistentemente qué cresta hacer con esto, dónde buscarte, cuál es tu límite.
Al menos cual es tu nombre,
o el nombre de tu nombre.



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Objetos

(la lámpara y esta foto del espejo fueron hechas por Chago Errázuriz,
están en su sitio www.clonazepam.tk)


Nadie te vio, quizás ella un poco, pero poco.

Nunca como para que lo notaras desde adentro. La verdad es que el adentro estaba clausurado, y por eso estabas solo entre la gente que te quería. Nadie te vio.

Eras un objeto, un objeto genial. Un objeto sagrado, maravilloso. Vivo. VIVO, por la mierda. Hasta que se te ocurrió cambiar de forma.

Yo sé que me viste y que te ví. Conozco la muerte de cerca, me la mostró mi viejo. Así como tú conocías de la tristeza que los objetos te confesaban.

Nadie te vio.
Para cuando te buscamos -te busqué, diablos, no te conocía y te busqué-, para cuando te buscábamos ya era tarde. Cambio de forma, río abajo.
Tengo una pena negra y pego acá una foto maravillosa que hiciste. Mira qué cosas terribles.
Los objetos están más tristes. La lámpara hace una reverencia para su señor que ahora goza de vida eterna. No tiene con quien compartir su tristeza. La pego aquí para que la vean, Santiago, para que la vean ahora que tú no puedes mostrarla desde donde estás.

Nos veremos después.

miércoles, enero 18, 2006

afirmar y negar

Me cuesta decir que no, esa es la verdad.
Pero además de ser la verdad es la principal fuente de mis angustias, haberme metido en cada cacho en que tuve oportunidad durante toda mi vida.

Esta mañana pensé que quizás no es solo un problema mío, sino una cosa como de país.
Esto, lo digo como complemento a lo que escribía el otro día respecto a la diferencia entre "querer" algo y "quererlo lo suficiente". También hace falta estar atento a cuando hay que negar, entrenarse en el sano ejercicio de mandar a la cresta las espectativas de otros para atender a criterios más razonables. Eso porque de otro modo hay el inmenso riesgo de vivir la vida de otro. Qué pérdida.

No oigo a la sociedad chilena decir "no" a algo desde el plebiscito, donde ya habían tenido que pasar 17 años y miles de muertos. Mucha agua bajo el puente (y flotando en el agua, cuerpos) hizo obligatorio negarse a prolongar ese infierno.

Quizás es que comparado con eso ya nada nos escandaliza.
Pues tanto más grave.
No creo que falten cosas a las que negarse, con un movimiento de cabeza, al menos. Ojalá con voz firme, decir que no, y usar -qué delicia para los músculos del cuello, tensos y estresados de tanto afirmar- palabras potentes que maticen con fuerza nuestra negativa: inadmisible, escandaloso, impostergable, -y mi favorita- impresentable.

Conozco algunas personas que drenan su necesidad de negativa en las cajas de los supermercados, cuando les preguntan si donarían los 3 pesos a la fundación las Rosas. Me parece una cobardía mayúscula. Háganse ver.

aniquilación


Te veo y no eres solamente tú la que está ahí. Eres un signo de algo que no entiendo.
Eres el código, el sonido de un lenguaje que llevo mil años sin oir.


Te veo y no soy yo el que te ve, es mi intuición de ese código lo que primero te detecta y luego sufre. Un centro del ser que descubre mucho antes que mi cabeza qué diablos quiere decir todo esto.


Trato de señalarte o de señalar el lugar de mi cuerpo que te detecta y sufre. Lo único que logro es acordarme de esas películas de vaqueros donde amarraban a un tipo de varios caballos a sus piernas, brazos y los caballos corrían. El tipo quedaba disperso por al menos 15 kilómetros.


Cerca de mi casa cuando era chico había una animita. Se contaba que había muerto, víctima de la represión de los milicos, una niña que iba en bicicleta. Los tipos de la CNI la habían agarrado y le pidieron información. Ella no dijo nada, no sabemos si debido a su heroismo o porque no tenía nada que decir, pero no dijo nada. La soltaron, pero no sin antes poner una bomba en su mochila. La chiquilla partió en su bici y a unas cuadras del cuartel, cerca de mi casa de cuando era chico. Pum.


Hoy pienso en ella aunque nunca la ví.

Haberte visto, o haber visto ese signo que eres, es una bomba en mi cabeza que ahora me duele pulsátil y mareadora. En cualquiero momento, a unos metros de tí. Pum. Mi cabeza en mil pedazos, una animita sobre mis hombros, en el lugar donde antes había una cabeza.

Estoy aniquilado por la intuición de los signos y lenguajes que traes a mi lengua, a mi labio inferior que me muerdo (torpe intento de desactivar la bomba) Sangro y me meto en la cama para no verte, para no alimentar a la sombra que se come mi cuerpo. Para no aniquilar por completo este que todavía recuerda la animita de San Eugenio, frente a la barraca, con el tórax reventado por los milicos de mierda.

Mi aniquilación ontológica es un chiste.

viernes, enero 13, 2006

círculos


A veces me parece que efectivamente todo concurre a la unidad. Desde chico me puse a pensar qué hacer de mi vida y me costó decidirlo. Aún no sería capaz de renunciar a escribir y componer música por otra actividad pofesional, pero desde muy chico ensayé la decisión de ser investigador científico y estudiar el cerebro. Por supuesto, lo que no sabía era qué diablos hacer para dedicarme a éso, como llegar a esa pega. Pensé en ser médico, dedicarme a las enfermedades neurológicas y ahí tratar de hacer investigación, una cosa como a 12 años plazo, por supuesto. Al final terminé estudiando ciencia básica y a los dos años y medio ya tenía metidas las manos en un laboratorio de neurofisiología. Me salvé de dar la vuelta larga y el círculo se fue cerrando solo y rápido. Es increíble esto de las vueltas. Una mujer que conozco conoció a un tipo actuando juntos en una obra que él escribió, se enamoraron y fueron pareja un buen tiempo. Digamos que no era el momento para ellos, por lo que finalmente la cosa terminó en soledad para cada uno. Alguna vez les oí decir que ya que ahora no había resultado, que ya no había vuelta que darle, estaba bien separarse. Que tal vez volvieran a encontrarse en otras circunstancias. "En París, en 15 años más", bromeaban mientras se aguantaban las ganas de llorar a gritos. No volvieron a verse en algo así como 4 años. Mientras tanto fui testigo de otros círculos, casualidades donde todo concurre a juntarse. Un ejemplo reciente sucedió con un amigo con quien nos conocimos hace algo así como 10 años. Nos hemos encontrado trabajando juntos en distintas instituciones y nos vemos con alguna regularidad. Hace un mes somos concuñados. Nos conocemos hace una década y el círculo se cierra (o amenaza cerrarse) en este nodo en que nuestras pololas son hermanas. Somos casi familia. Todo se junta y se mezcla. Hace poco supe de los que se separaron y no habían vuelto a verse. Ella va a estudiar Francés. Él no tiene planes con París, pero así como van las cosas todo indica que ella ya está haciendo su parte. ¿Quién podría asegurar que determinado momento es el final de algo? Yo no me atrevería. Tiempo hay. Para lo de París, calculo que como 10 años. Tiempo suficiente para que también él aprenda este idioma que ni siquiera sabe pero que lo llama, para que el círculo se cierre. Para que concurran a la cita que se prepara en silencio y sola. Todo se junta. Estoy escuchando un disco muy bueno de Pat Metheny: se llama "First Circle". Quizás hay uno solo y eso es todo.

martes, enero 10, 2006

Don Piñi Piraña


Esto, junto a la carta "Se remata lindo país" del Pedro Lemebel, son lo mejor en opinión política que he visto en los últimos días.

Otro mundo es posible, otro Chile también.