domingo, enero 08, 2006

imbecilidad


Un hito en mi vida que no creo que se repita: casi le encontré razón a Fernando Villegas. Ayer leí una entrevista suya muy vieja, siguiendo la costumbre de mi hermano chico de leer prensa atrasada. La diferencia es que él lo hace regularmente, y va como con 6 meses de retraso, de manera que juega al viajero del futuro riéndose de las espectativas de los diarios. Lo mío no tuvo, sin embargo, nada que ver con éso. Fui al baño y me distraje de la humillante labor con la entrevista a Villegas.
Como de costumbre, disparaba pesadeces contra todo, lo que a menudo produce en mí cierta simpatía, aún a pesar de que en general lo considero un guatón facho y figurón. Me da como gusto ver que mantiene la cara seria y se enoja muchísimo al hablar de la estupidez con que se hacen las cosas en nuestro país. Según él, el modo como se dan ciertos procesos históricos en Chile está fuertemente determinado por una especie de imbecilidad basal. Se me ocurrieron al tiro dos evidencias interesantes.

Evidencia primera: Por estos días, cuando falta una semana para las elecciones, la gente habla harto en la calle y en la micro sobre política. He oído muchas cosas realmente sorprendentes, pero me parece especialmente curioso la posición de los numerosos disidentes del sistema que llaman a votar nulo. ¿Cuál es el objetivo de semejante opción? Si votar nulo consiguiera un efecto anulador sobre la elección, sería raro pero sería algo: "nos declaramos incompetentes para decidir entre estas opciones", pero cuando en el sistema no está considerada esa opción, votar nulo al único que anula es al elector. Hay un voto menos en el universo electoral, y el candidato más distinto a su posición aumenta su probabilidad relativa de ser electo.
Esto sin desmedro de que cada quien en conciencia pueda decidir declararse al margen anulando su voto, pero llamar a la gente a anular el voto es sencillamente una imbecilidad que nos puede terminar convirtiendo en un país gobernado por un millonario convencido de que el estado y la empresa funcionan igual (a todo esto, ¿qué pensarán sus profesores de Harvard?)

Evidencia segunda: Respecto al mismo tema, he escuchado gente que piensa en anular o votar por Piñera porque con la concertación viene siendo siempre lo mismo e "igual vamos a tener que seguir sacándonos la cresta trabajando". Eso es imbecilidad en su estado más puro, querer traducir los procesos históricos y sociales en cambios tipo la playa de Lavín o la nieve es consecuencia de la mala influencia que han tenido en la cabeza de la gente los políticos demagogos de mierda, que precisamente eso tienen en la cabeza. La peor consecuencia de las malas y matonescas intenciones de EEUU, el borrado del cerebro ideológico, el peor fraude de los gremialistas deformados convertidos en gremlins: los problemas reales de la gente, el concepto de cambio, la inmediatez.

En mi casa estamos bien convencidos de que Villegas es un idiota, pero es un idiota con algunas buenas intuiciones, como la costumbre de discutir con Paulsen, o de ser el primer ícono televisivo del analista social cara de palo. Lo mejor de todo es que eso es un bonito metálogo (a lo Gregory Bateson) de la idiotez que el mismo denuncia, y en ese sentido es una joyita de la consistencia en el discurso.

Se me ocurren muchas más imbecilidades que comentar con ustedes, pero las dejaremos por ahora. Otro día les cuento de mi discusión con una vieja descarada en la micro que puteó tanto al micrero porque había cometido una idiotez con un viejo que iba tratando de bajar, pero le puso tanto que la tuve que retar por exagerada. Lo más curioso es que se puso a putearme a mí y me calificó de metiche: ¡la muy descarada!, le pedí que me mostrara su invitación y no quiso. Al menos me reí todo el viaje. Y fue largo, venía en una transantiago.

Ánimo

O.

1 comentario:

a-prender dijo...

Villegas, es un engrupido falsete, que en estricto rigor NO SALVA A NADIE!!!!
Ahora bien, un real idiota es JORGE HEVIA!!!