Explico el juego: Dos filas paralelas. Todos los integrantes de cada fila, mirando hacia adelante, donde un moderador comienza contando una historia a la cual los participantes están especialmente atentos. "Caballo", todos los de la fila de la derecha corren persiguiendo y tratando de atrapar a un miembro de la otra fila, con lo cual su hueste se engrosa. Sin embargo al oírse en la historia la palabra "camello" los papeles se invierten y es la fila de la izquierda la que persigue a su contraparte. Entretenido juego, que puede durar aproximadamente media hora sin aburrir.
En el siglo primero, los cristianos fueron perseguidos por los romanos, metidos en circos, comidos por leones, torturados. Tuvieron que esconderse. La señal de un pez cuya sigla recordaba a Jesucristo fue santo y seña de los rebeldes.
En la edad media la iglesia católica institucionalizó la persecución de lo que se apartase de la norma. Todo lo progresista fue perseguido, encarcelado, torturado y eventualmente quemado. Desde San Ignacio de Loyola hasta los peores satánicos, las brujas, las santas, los filósofos, sabios, homosexuales, lo que fuere.
Cierro los ojos, tomo aire. Cuento la historia: hoy no está de moda ser católico, es practicamente sinónimo de una moral recalcitrante, de una visión del mundo absolutamente medieval. La iglesia se defiende condenando, amenazando. Nos turnamos, caballos y camellos. Los homosexuales, los progresistas, los comunistas se sienten duramente criticados y condenados, pero al revés no es mucho mejor. El revuelo en el mundo que resultó del discernimiento del cardenal Ratzinger como Papa ha abierto la herida de la discriminación en contra de lo católico, llenando de dolor a los caballos que cansados del juego -ya mucho después de la media hora recomendada para entretenerse- no quieren perseguir a nadie, sino criticar con amor, educar. Tampoco callarse, por la cresta, ni tener que caminar sobre huevos para no ofender a nadie, sino interpelar al otro con energía, pero porque se le considera y quiere.
No es verdad que la iglesia sea sorda, desde nuestra perspectiva lo católico tiene pretensiones de universalidad, y una universalidad que sintetiza, no que impone, por éso la iglesia está abierta. La iglesia católica somos los católicos, y los católicos nos sentimos interpelados por el mundo que cambia, acogemos las realidades diversas sin connotaciones morales condenatorias, tratamos de salvar la proposición del otro antes de la nuestra. Exigimos a cambio que los camellos también se salgan o se aburran al menos del juego, exigimos el derecho a interpelar a otro sin que se sienta amenazado. Detrás de todo esto no hay ganas de ser una piedra en el zapato, sino un gesto constructivo.
Esto, a propósito de que si estamos con esto (que he leído abundantemente en blogs, noticias, diarios) de las campañas de desprestigio o desinformación, he aquí una que también merece reclamo, y que lo viene mereciendo por turnos desde hace siglos. Más de media hora.
Ánimo
O.
En el siglo primero, los cristianos fueron perseguidos por los romanos, metidos en circos, comidos por leones, torturados. Tuvieron que esconderse. La señal de un pez cuya sigla recordaba a Jesucristo fue santo y seña de los rebeldes.
En la edad media la iglesia católica institucionalizó la persecución de lo que se apartase de la norma. Todo lo progresista fue perseguido, encarcelado, torturado y eventualmente quemado. Desde San Ignacio de Loyola hasta los peores satánicos, las brujas, las santas, los filósofos, sabios, homosexuales, lo que fuere.
Cierro los ojos, tomo aire. Cuento la historia: hoy no está de moda ser católico, es practicamente sinónimo de una moral recalcitrante, de una visión del mundo absolutamente medieval. La iglesia se defiende condenando, amenazando. Nos turnamos, caballos y camellos. Los homosexuales, los progresistas, los comunistas se sienten duramente criticados y condenados, pero al revés no es mucho mejor. El revuelo en el mundo que resultó del discernimiento del cardenal Ratzinger como Papa ha abierto la herida de la discriminación en contra de lo católico, llenando de dolor a los caballos que cansados del juego -ya mucho después de la media hora recomendada para entretenerse- no quieren perseguir a nadie, sino criticar con amor, educar. Tampoco callarse, por la cresta, ni tener que caminar sobre huevos para no ofender a nadie, sino interpelar al otro con energía, pero porque se le considera y quiere.
No es verdad que la iglesia sea sorda, desde nuestra perspectiva lo católico tiene pretensiones de universalidad, y una universalidad que sintetiza, no que impone, por éso la iglesia está abierta. La iglesia católica somos los católicos, y los católicos nos sentimos interpelados por el mundo que cambia, acogemos las realidades diversas sin connotaciones morales condenatorias, tratamos de salvar la proposición del otro antes de la nuestra. Exigimos a cambio que los camellos también se salgan o se aburran al menos del juego, exigimos el derecho a interpelar a otro sin que se sienta amenazado. Detrás de todo esto no hay ganas de ser una piedra en el zapato, sino un gesto constructivo.
Esto, a propósito de que si estamos con esto (que he leído abundantemente en blogs, noticias, diarios) de las campañas de desprestigio o desinformación, he aquí una que también merece reclamo, y que lo viene mereciendo por turnos desde hace siglos. Más de media hora.
Ánimo
O.
4 comentarios:
Marcelo:
Tienes razón en que los papeles de perseguidores y perseuidos se han invertido. Los perseguidos han pasado a ser los perseguidores.
Aunque el problema siento está en la razón misma de las iglesias y religiones, pues todas se consideran las conocedoras y educadoras de una verdad que les fue revelada. Y esta verdad implica un totalitarismo absolutista, por ejemplo: la Iglesia Católica invita a convertir a todos a su creencia, diciendo 'yo soy el camino, la verdad y la vida'. Sin dejar espacio para una sociedad plural en lo religioso, pues si no siguen sus enseñanzas, 'El Sermón de la Montaña', 'Los diez Mandamientos', no practicas ni proclamas el Evangelio, te quemarás en el Infierno. Demás esta recordar que con el Bautismo te haces profeta, rey y sacerdote. El primero es quien da a conocer el Evangelio, y ahí radica una tarea proselitista.
Y en virtud de esa 'verdad' el clero ejerce influencias en otras instituciones, estatales, por ejemplo, que son laicas, y pertenecen a todos quienes habitan en ese estado, por lo cual no puede, ni debe seguir las enseñanzas de un clero o iglesia en específico, sino que permitir que cada individuo logre su mayor realización, laboral, religiosa, sexual, etcétera, sin que sus decisiones contengan una carga religiosa. Por último si el católico no lo hace peca, como bien sabes el Yo confieso dice, 'yo confieso que he pecado mucho de palabra, obra y Omisión', con esto último si no intervengo que se haga el reino de Dios también peco.
A mi también me gusta contestar.
Un abrazo.
PD: Estoy confirmado, pero no pratico.
La razón de la iglesia católica no es obligar a nadie a ser de determinada manera, tampoco es su rol, ni su vocación.
En esa iglesia que describes yo tampoco creo.
La iglesia católica, desde el momento en que se supone católica, es una invitación abierta de Dios al hombre a una fórmula que le ofrece ser feliz. Ciertamente esa fórmula supone una verdad que para que sea verdad tiene que ser verdad para todos, pero esto último no es exclusivo de ninguna iglesia, es algo que es válido para cualquiera que crea que algo es cierto.
La alternativa a la iglesia católica no es quemarse en el infierno, esa es una imagen medieval que debe tender a desaparecer del catolicismo actual. Al revés, los cristianos estamos llamados a buscar salvar la proposición del prójimo antes que la nuestra y a tratar de encontrarle razón. Al menos así lo escribe textualmente en su "presupuesto" San Ignacio de Loyola.
Te recuerdo que el evangelio no es un discurso ni una mera idea, sino una noticia que como toda noticia quiere ser dada a conocer. No es una norma, por lo tanto no obliga a nadie. Solo ofrece la esperanza de que hay algo muy bueno aquí que puede ayudar al hombre a ser más feliz. Al fin y al cabo eso es lo que busca el hombre en todos los ámbitos de su hacer, la plenitud. No veo por qué se ha distorsionado tanto esta fórmula que a mí me ha hecho efectivamente un hombre más libre.
Un abrazo.
O.
Marcelo: No estoy de acuerdo con que la Iglesia no tiene como vocación la conversión, pues Jesús envío a sus discípulos a dar a conocer la Buena Nueva, lo cual tiene como objetivo último que lleven su vida de acuerdo a ésta.
Ciertamente que cuando me refería a 'la' verdad lo dije expandiendo mi idea a todas las iglesias, pues no tendrían razón de ser que dijeran que 'su' verdad es tan válido o verdadera como la de otra.
A ver, si no cumplo con los mandamientos, o con la Buena Nueva, ya ni siquiera me iré al purgatorio, pues Vaticano lo desechó. Podemos decir que no me iré al Cielo, ok. Pero si no me voy al Cielo ¿dónde me voy?. Cualquier otro lugar implica no estar sentado a la derecha de Dios Padre.
Es cierto que el Evangelio es la Buena Nueva, la Buena Noticia, es una invitación, pero que tiene un poder oculto, la culpa, la condena. Sabemos que el metalenguaje del discurso biblíco dice que si no haces A, te pasará B, que en este caso es condenarte no yendo al Cielo. No obliga físicamente, pero si hay poder en su discurso, ¿y cuál más fuerte si no la vida después de la muerte?.
Un abrazo.
Hola, Claudio,
la tuya es una interpretación un poco frágil de la escritura, creo, sobre todo para la exégesis teológica actual, donde evidentemente estos temas que planteas ya han aparecido abundantemente.
Mi respuesta, sin embargo, es personal.
Si bien en algunas partes del evangelio da la impresión de una amenaza, si uno lee con cuidado se da cuenta fácilmente que la cosa está puesta en términos de "si usted realmente quiere esto, va a tener que poner los medios de su parte, porque si no va a terminar fuera de la felicidad, no le va a resultar y va a estar igual o quizás mucho peor: más triste, más adolorido que al principio" Esto es patente particularmente en que Jesucristo jamás amenaza con una captura de parte del mal, sino más bien hace ver lo triste, lo sola que es una vida que no concurre a la unidad, que no encuentra un sentido.
Tan abierta es la invitación, que en el propio evangelio hay un reconocimiento histórico de que la verdad puede ser alcanzada por otros medios, ajenas a la tradición judía. Esto es cuando, aún antes que los pastores directamente informados por ángeles llegaran a ver a Jesús, unos "sabios de oriente" llegan siguiendo una estrella. ¿te das cuenta la apertura?...aquí no hay intervención de Dios mismo, ni de sus ángeles. Son sencillamente una especie de científicos que miraban las estrellas los que por sus propios medios concurren a visitar a Jesús, que en ese punto simboliza a "la verdad".
Así que, mira, yo no sé si a veces -creo que sí- la iglesia asume una posición mandona e impositiva frente a la ética de los católicos. Lo que sí sé es que es una iglesia que me convoca a mí y a la humanidad a buscar libremente la felicidad en la enseñanza de Jesucristo. Que ofrece una alternativa, pero que reconoce -desde el primer capítulo de un evangelio sinóptico- que no es la única. La oferta de Jesús mismo no es otra que: "vengan conmigo porque conmigo conocerán la verdad, y la verdad los hará libres".
Nos hay aquí una obligación de buscar de este modo la verdad, lo que hay es una garantía de que si la buscamos allí, la encontraremos. Lo demás es ver imposición donde hay invitación, quizá una de las más sutiles maneras como nuestro miedo a la libertad nos aleja de la plenitud.
Éxito.
O.
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