Me cuesta decir que no, esa es la verdad.
Pero además de ser la verdad es la principal fuente de mis angustias, haberme metido en cada cacho en que tuve oportunidad durante toda mi vida.
Esta mañana pensé que quizás no es solo un problema mío, sino una cosa como de país.
Esto, lo digo como complemento a lo que escribía el otro día respecto a la diferencia entre "querer" algo y "quererlo lo suficiente". También hace falta estar atento a cuando hay que negar, entrenarse en el sano ejercicio de mandar a la cresta las espectativas de otros para atender a criterios más razonables. Eso porque de otro modo hay el inmenso riesgo de vivir la vida de otro. Qué pérdida.
No oigo a la sociedad chilena decir "no" a algo desde el plebiscito, donde ya habían tenido que pasar 17 años y miles de muertos. Mucha agua bajo el puente (y flotando en el agua, cuerpos) hizo obligatorio negarse a prolongar ese infierno.
Quizás es que comparado con eso ya nada nos escandaliza.
Pues tanto más grave.
No creo que falten cosas a las que negarse, con un movimiento de cabeza, al menos. Ojalá con voz firme, decir que no, y usar -qué delicia para los músculos del cuello, tensos y estresados de tanto afirmar- palabras potentes que maticen con fuerza nuestra negativa: inadmisible, escandaloso, impostergable, -y mi favorita- impresentable.
Conozco algunas personas que drenan su necesidad de negativa en las cajas de los supermercados, cuando les preguntan si donarían los 3 pesos a la fundación las Rosas. Me parece una cobardía mayúscula. Háganse ver.
Pero además de ser la verdad es la principal fuente de mis angustias, haberme metido en cada cacho en que tuve oportunidad durante toda mi vida.
Esta mañana pensé que quizás no es solo un problema mío, sino una cosa como de país.
Esto, lo digo como complemento a lo que escribía el otro día respecto a la diferencia entre "querer" algo y "quererlo lo suficiente". También hace falta estar atento a cuando hay que negar, entrenarse en el sano ejercicio de mandar a la cresta las espectativas de otros para atender a criterios más razonables. Eso porque de otro modo hay el inmenso riesgo de vivir la vida de otro. Qué pérdida.
No oigo a la sociedad chilena decir "no" a algo desde el plebiscito, donde ya habían tenido que pasar 17 años y miles de muertos. Mucha agua bajo el puente (y flotando en el agua, cuerpos) hizo obligatorio negarse a prolongar ese infierno.
Quizás es que comparado con eso ya nada nos escandaliza.
Pues tanto más grave.
No creo que falten cosas a las que negarse, con un movimiento de cabeza, al menos. Ojalá con voz firme, decir que no, y usar -qué delicia para los músculos del cuello, tensos y estresados de tanto afirmar- palabras potentes que maticen con fuerza nuestra negativa: inadmisible, escandaloso, impostergable, -y mi favorita- impresentable.
Conozco algunas personas que drenan su necesidad de negativa en las cajas de los supermercados, cuando les preguntan si donarían los 3 pesos a la fundación las Rosas. Me parece una cobardía mayúscula. Háganse ver.
3 comentarios:
te vine a contar un cuento de Benedetti (creo que es de Benedetti) y de repente me acordé de alguien que quise-quería-quiero y que decía cordelito... me gustaba como sonaba cordelito cuando él lo decía... en el cuento ella le manda una flecha de papel y él le pregunta por qué y ella dice porque tienes cara de loco, igual que yo... en fin, me gustó lo que escribiste... me reí con los tres pesos de la caja de supermercado,
saludos, c.
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