viernes, julio 24, 2009

para que no se me olvide (componer y descubrir)



Obsesionado desde siempre con la idea de que buscamos algo y que en el arte hallamos la posibilidad de armar y componer, siempre he creído que quienes se dicen "creadores", se atribuyen una capacidad por completo inflada. Desde que inauguramos el cerebro cuando guaguas, se configura a nuestro alrededor un mundo que aprendemos a distinguir/designar. Nunca había pensado lo bacán que es la palabra "designar", en el guiño que le hace a la palabra diseño. En fin: son esos elementos con los que "designamos" el mundo a nuestro alrededor, los mismos que usamos cuando componemos una obra de arte, o una idea novedosa. COM-PO-NE-MOS.

Pero eso no es lo más brígido. Lo más escandaloso es que a veces nuestras composiciones o invenciones, producen algo nuevo.
A veces armamos una maquinita, digamos, una invención capaz de producir un sonido que jamás se ha oído en el universo. Y es cierto que nosotros no "creamos" ese sonido, sino que es algo así como nuestro nieto: compusimos el aparato que lo produjo por primera vez en la historia.

Es algo así como lo de Schwann, la vida proviene de otra vida. O como lo de Lavoisier, nada se crea y todo se transforma. Hay que convencerse de que jamás crearemos algo completamente nuevo, porque esa renuncia contiene la sorpresa más brígida: al construir una composición peculiar, es posible asistir al parto de algo nuevo, un sonido, un fenómeno de la naturaleza (¿nació así el fuego?), una sensación jamás experimentada.

El objeto del arte no es crear, porque esa huevá no se puede. Es componer para DESCUBRIR algo que antes no estaba.
Tengo que tratar de que no se me olvide.

En la foto: Composición VII, Kandinsky. 1913

1 comentario:

pep dijo...

(L)!

q bkn!