lunes, julio 24, 2006

otro mismo


Me miro al espejo y me cuesta unos cuantos segundos reconocerme. Eso cuando me reconozco, que hay días en que no, y no nomás.
Hay días en que me veo desde afuera, en que me escucho hablar como si no fuera yo mismo quien habla y se oye. Y me encuentro un poco idiota, un poco nasal a veces, un poco agudo otras. Estoy como fuera del control de mí mismo, y junto con ser de lo más interesante, es de lo más terrorífico.

Hace tiempo que lo noto. Coincide con las épocas en que estoy especialmente cansado, durmiendo poco, corriendo mucho. Al pasar frente al rincón universitario, en Portugal con Marcoleta, me veo reflejado en las ventanas y no me reconozco.

Ignoro qué cresta tengo mal puesto en el cerebro, no me animo a estudiarme, pero me tinca -así como en primera persona- que es un asunto de corpus callosum. El Cuerpo Calloso (corpus callosum) es una estructura con forma de puente entre ambos hemisferios del cerebro por donde pasan gran cantidad de axones mielínicos y amielínicos, permitiendo el entrecruzamiento de muchas de las vías que tienen simetría bilateral en el encéfalo. Parte de la integración cognitiva de todo el cerebro como un solo sistema, depende de estos entrecruzamientos, donde la información proveniente de cada lado se enriquece y mezcla con la contralateral.

En efecto, hablo siempre por teléfono por el lado izquierdo, y si me pongo el auricular en el oído derecho me cuesta entender, aún cuando estoy seguro de escuchar muy bien por ese lado. Lo mismo ocurre cuando quiero escuchar algo con atención, adelanto la oreja izquierda. Y lo propio ocurre con mi ojo izquierdo, solamente cuando novia-Ber me mira al ojo izquierdo siento que ME está mirando, si mira mi ojo derecho no siento como si yo estuviera en posesión de ese ojo, a no ser que cubra o cierre el izquierdo. También esto se acentúa cuando estoy muy cansado.

O sea en definitiva cada uno de mis hemisferios cerebrales tira un poco hacia su lado para gobernarme, lo que podría explicar varias cosas. Pero además resulta entonces que ya no soy solo yo, ya no puedo hablar de uno mismo, que se reconoce y siente bajo control, sino que tengo que incorporar a este que no se reconoce, que se oye desde fuera y que comparte este exiguo sistema de cables y jugos conmigo.
Ese otro mismo.

5 comentarios:

Carolina Moro dijo...

Y si sólo ese otro decidiera vivir una vida paralela, sin preguntar al original? Una copia que existe por el lado contrario al que escuchamos, vemos, caminamos, vivimos. A veces me gustaría.

c. dijo...

los sonámbulos no dejan huellas, porque los pies desnudos no se marcan sobre el parquet... saludos, c.

c. dijo...

cierto, no tiene que decir nada... aunque yo abra mucho los ojos, porque en vez de B. iba a ser su (mi) poeta, pero para qué lo digo si eso usted ya lo sabe, lo sabemos... saludos detestables, c.

C. dijo...

De lo conocido a lo ignorado hay un puente enorme, y quien logre atravesarlo será el primero en hacerlo.
Por ahora, importa no encubrirse el uno al otro.

(...y yo prefiero estar al lado izquierdo, aunque me caiga encima la casa de adobe)

Fue bueno verte.
Un abrazo.

Hugo Ortega Gómez dijo...

Yo es otro (dijo un tal Rimbaud...)