Llegar y saber que todo el mes ha hecho un sol espléndido y calor tremendo, que no pinta llover, y comentar que uno viene al sur para eso, para que llueva. Lo mismo con haber estado intentando escribir otra vez, tratando de abrir la llave de la escritura para que algo moje mis pies. Ahora estoy escribiendo y lo hago porque no se puede no escribir cuando efectivamente afuera llueve, cuando se abrieron las llaves y llueve agua y letras encima de mis pies, y de mis hombros y de mi cabeza, y del Calafquén entero que se recoge en torno a cada una de las gotas que caen sobre él y hacen figuras en el agua en forma de letras, una en forma de A y otra en forma de C; más allá, lago adentro una con forma de P y una R se entrelazan en un sonido delicioso. No se puede no escribir. Se abrieron las llaves y para eso fue necesario que el cielo se cerrara en una muralla impenetrable, se apretara y empezaran a escurrir como de sus entrañas las gotas que había estado esperando beber todo el año. Uno mira y me acuerdo de una canción horrible de Badi-Ríchar, de la que me sé solamente una palabra, e imitando la voz de Guaripolo respiro la lluvia, el frío, las palabras y canturreo: Cielo.
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1 comentario:
chita qu´escribe bonito y tremendo... bien por eso que sale del ser mismo... pura conexión
saludos y siempre siempre tire p´arriba
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