sábado, julio 29, 2006

el agua y transformada



Para que las canciones evadidas lleguen a tiempo,
tendrán que dejarse leer.
En vez de ser oídas.

Me cansé de buscar con los ojos abiertos,
te cansaste de ser

un grito que se ahoga,
la belleza perfecta que nadie ha tocado en su centro,

soledad que se moja.

Soledad
que se moja.

Derribado de frío, me callé
de los labios, los párpados,

te callaste en mi pánico refugiado en el té.
Yo no sé ni la clave en que escriben tus manos,
ni de dónde esta sed.

Ni de dónde esta sed.

Me cansé de buscar con los ojos abiertos,
te cansaste de ser un grito que se ahoga.

Tu vértigo en mi abrazo, mi angustia desarmada
transformada en tu boca.


Transformada en tu boca.


lunes, julio 24, 2006

otro mismo


Me miro al espejo y me cuesta unos cuantos segundos reconocerme. Eso cuando me reconozco, que hay días en que no, y no nomás.
Hay días en que me veo desde afuera, en que me escucho hablar como si no fuera yo mismo quien habla y se oye. Y me encuentro un poco idiota, un poco nasal a veces, un poco agudo otras. Estoy como fuera del control de mí mismo, y junto con ser de lo más interesante, es de lo más terrorífico.

Hace tiempo que lo noto. Coincide con las épocas en que estoy especialmente cansado, durmiendo poco, corriendo mucho. Al pasar frente al rincón universitario, en Portugal con Marcoleta, me veo reflejado en las ventanas y no me reconozco.

Ignoro qué cresta tengo mal puesto en el cerebro, no me animo a estudiarme, pero me tinca -así como en primera persona- que es un asunto de corpus callosum. El Cuerpo Calloso (corpus callosum) es una estructura con forma de puente entre ambos hemisferios del cerebro por donde pasan gran cantidad de axones mielínicos y amielínicos, permitiendo el entrecruzamiento de muchas de las vías que tienen simetría bilateral en el encéfalo. Parte de la integración cognitiva de todo el cerebro como un solo sistema, depende de estos entrecruzamientos, donde la información proveniente de cada lado se enriquece y mezcla con la contralateral.

En efecto, hablo siempre por teléfono por el lado izquierdo, y si me pongo el auricular en el oído derecho me cuesta entender, aún cuando estoy seguro de escuchar muy bien por ese lado. Lo mismo ocurre cuando quiero escuchar algo con atención, adelanto la oreja izquierda. Y lo propio ocurre con mi ojo izquierdo, solamente cuando novia-Ber me mira al ojo izquierdo siento que ME está mirando, si mira mi ojo derecho no siento como si yo estuviera en posesión de ese ojo, a no ser que cubra o cierre el izquierdo. También esto se acentúa cuando estoy muy cansado.

O sea en definitiva cada uno de mis hemisferios cerebrales tira un poco hacia su lado para gobernarme, lo que podría explicar varias cosas. Pero además resulta entonces que ya no soy solo yo, ya no puedo hablar de uno mismo, que se reconoce y siente bajo control, sino que tengo que incorporar a este que no se reconoce, que se oye desde fuera y que comparte este exiguo sistema de cables y jugos conmigo.
Ese otro mismo.

miércoles, julio 05, 2006

bordes y desbordes

La ciudad es toda una gran foto, una gran pintura,
que se va digregando en pinturas pequeñitas, bifocales,
o rectangulares en un marco,
impresa la realidad en un papel brillante, mate o en una pantalla de cristal líquido.

La realidad es una gran ventana hacia algún lado,
hacia un lado que intuyo pero que no sé,
hacia un espacio que desborda el marco negro que le planto encima para que se parezca a una foto y verlo así, de dos en dos dimensiones.
No me alcanza para más.
Pero si te asomas la ventana está como rebosante, el marquito negro no te alcaza, no te atrapa;
y es como que la realidad y tus fotos hicieran un pacto,
y de foto en foto te prolongaras para siempre,
de palabra en palabra.

Para siempre.






(eso, y la lucidez sencilla del Manuel García)