¿Adonde va tu pueblo tristealegre,
adonde se dirigen cuando parten
en balsas y en pelota hacia una playa donde nadie los llama
ni los quiere?
Se van al paraíso de los dólares,
al intestino de los tiburones
que se los comerán de todos modos,
más temprano que tarde.
Estás enfermo,
padre tirano, hermoso y vigilante,
que te sacas la cresta por los sueños de un pueblo que se escapa.
¿Qué te asusta? ¿qué quieres
en esta obligatoria soledad de monarca?
Padre severo y tosco,
incomprendido,
lloras por los que se lanzan a las aguas buscando libertad y encuentran muerte,
si fueras veinte años más joven te habrías derrocado hace ya tiempo.
No te soportas ver en las noticias.
Yo no sé bien cómo tendría que haber sido
para que no acabaras siendo la pieza de un museo
no absuelto por la historia ni por nadie,
pero te compadezco,
así como yo sé que te lamentas tú frente al espejo,
cuando te ves cuarenta años más viejo que feliz.
Tu pueblo tristealegre se aleja en una balsa
del sueño que dibujaron a pulso y a balazos en medio de la selva
con Ernesto y los otros que murieron,
tarde o temprano los viejos tiburones repoblaron las aguas y volvieron,
recargados de láseres atómicos.
Cuando cierres los ojos, comandante,
que el Dios en que no crees
nos ampare.
domingo, agosto 27, 2006
fidelidad
Etiquetas:
polis
domingo, agosto 06, 2006
dos pipas
La perfecta mezcla de vértigo y angustia,
por ponerle nombre a una huevá a la que es imposible
hacerlo, y hasta ridículo intentarlo.
Ella (la huevá inenarrable) instalada entre mis costillas,
pájaros interiores rasgando
una presa. Cordelito
interno conectado a algún lado que siente el tirón y no sabe qué pasa,
una campanilla que suena como en el campo, donde también un cordelito
atado junto al portón. Y qué portón es este, Dios,
por dónde cresta están llamando para que salga
a abrir.
Tratar de convertir en música lo que siento, de componer
a su alrededor para comunicar al menos su perfil,
y ponerle de título “esto no es lo que siento”,
conversación con Magritte, también con Foucault, con Lihn. Y después tratar
de describir esa música y decir
que esto no es en absoluto lo que siento,
no tiene nada que ver,
apenas es un intento de ser la música, y no es la música,
y la música un intento de ser el vértigoangustia. Dos pipas.
(imagen: "los dos misterios", Magritte 1966)
por ponerle nombre a una huevá a la que es imposible
hacerlo, y hasta ridículo intentarlo.
Ella (la huevá inenarrable) instalada entre mis costillas,
pájaros interiores rasgando
una presa. Cordelito
interno conectado a algún lado que siente el tirón y no sabe qué pasa,
una campanilla que suena como en el campo, donde también un cordelito
atado junto al portón. Y qué portón es este, Dios,
por dónde cresta están llamando para que salga
a abrir.
Tratar de convertir en música lo que siento, de componer
a su alrededor para comunicar al menos su perfil,
y ponerle de título “esto no es lo que siento”,
conversación con Magritte, también con Foucault, con Lihn. Y después tratar
de describir esa música y decir
que esto no es en absoluto lo que siento,
no tiene nada que ver,
apenas es un intento de ser la música, y no es la música,
y la música un intento de ser el vértigoangustia. Dos pipas.
(imagen: "los dos misterios", Magritte 1966)
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